Los pemones son una comunidad indígena, distribuidos entre el Estado Bolívar, Territorio Esequibo y Brasil.
Ocupan las tierras de la Gran Sabana y el Parque Nacional Canaima, un gran espacio natural protegido en el sureste de Venezuela.
Habitan en viviendas circulares o rectangulares. Con techo de paja y paredes de adobe.
Su dieta es completamente agrícola y su agricultura está fundamentada en la tala y la quema. Está basada sobre todo en la yuca, de donde obtienen casabe, almidón y el Kachiri, una bebida fuerte con alto grado alcohólico usada con diversos fines entre los pemones.
La narración de cuentos, la cestería y la cerámica son las principales formas de arte Pemón. Estos pueblos acompañan con danzas como el Parichara y el Tukui su música y cantos.
Tienen una tradición mitológica muy rica pese a la conversión de muchos pemones al catolicismo o al protestantismo.
Los mitos pemones describen los orígenes del Sol y la Luna, la creación de los tepuyes y las actividades de Makunaima y sus hermanos.
El símbolo sagrado para el pueblo Pemón es la Piedra Kueka o Abuela Kueka, piedra de jaspe de 30 toneladas que representa la unión prohibida de un joven Pemón con una joven Macuxi quienes se casaron y huyeron en secreto, pero Makunaima, el Dios Pemón, fue tras ellos y los condenó a estar abrazados por siempre convirtiéndolos en piedra. Recientemente, les fue devuelta a su lugar de origen tras ser sustraída y exhibida por 20 años en Berlín.
Asimismo, para los pemones, las montañas están prohibidas a los vivos, ya que también son el hogar de espíritus ancestrales llamados mawari.
La primera persona (no nativa) que estudió seriamente los mitos y el lenguaje de los pemones fue el etnólogo alemán Theodor Koch-Grunberg, quien visitó Roraima en 1912.
Las creencias tradicionales pemones se centran en conceptos del alma, espíritus de plantas y animales. También en Kanaima (el espíritu del mal en todas sus formas y manifestaciones) y espíritus de los muertos (mawari).
Los pemones han protagonizado recientes alzamientos y protestas, ante los maltratos, destrucción y muerte que les han provocado. Varias voces en pro de la conservación de la naturaleza han alertado de que las explotaciones mineras sin control que han proliferado en los últimos años amenazan no solo la cuenca del Orinoco, sino también el paraíso habitado por los pemones, tres millones de hectáreas de pura naturaleza reconocidas como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, donde se alzan los famosos tepuyes, unas de las formaciones geológicas más antiguas y singulares de la Tierra.
Con información de porunavenezuelaposible.com