Siempre hemos aprendido que todo cuanto nos rodea, desde la materia que vemos, hasta las partes que forman a los átomos, todo está regido por las fuerzas universales. Pero, ¿y si profundizamos aún más, llegando hasta el límite de la física conocida? Puede ser, y solo es una hipótesis, que existiera algo aún más pequeño.
Esto no tendría forma de pelotita de masa, como normalmente imaginamos este tipo de elementos abstractos, al menos según la teoría de cuerdas. En vez de eso, estas pequeñas estructuras tendrían forma de una especie de filamentos o cuerdas, que vibran de determinada manera.
Según esta vibración, las cuerdas serían capaces de formar las distintas subpartículas (como un electrón o un bosón, por ejemplo). Hablamos de pequeñísimas cuerdas que miden 10^-35 metros, cercanas a lo que se conoce como «longitud de Planck«, una escala de longitud por debajo de la cual se espera que el espacio deje de tener una geometría clásica. Esto significa que las cosas dejan de funcionar de la manera clásica.
Para Michio Kaku, uno de los más reconocidos físicos teóricos de la actualidad y pionero de la Teoría de las cuerdas, ésta se basa en «la música o pequeñas cuerdas vibrantes que nos dan así las partículas que vemos en la naturaleza. Las leyes de la química con las que hemos tenido problemas en la escuela secundaria serían las melodías que se pueden ejecutar en estas cuerdas vibrantes».
A este nivel del Universo, todo lo que conocemos, las dimensiones y todo lo demás, ya no funciona de la misma manera. Para que las cuerdas tengan sentido es imprescindible que existan más de las dimensiones a las que estamos acostumbrados. Y, aunque por el momento no hemos dado con esas dimensiones, algunos hechos matemáticos apuntan a su existencia.
¿Cómo funciona la teoría de cuerdas?
Según los cálculos físicos, las cuerdas se moverían en un espacio-tiempo distinto al ordinario, es decir, en un espacio llamado de tipo Kaluza-Klein, en el que a las cuatro dimensiones convencionales se añaden seis dimensiones compactadas de variedad de Calabi-Yau.
Por el momento, no hemos visto dichas dimensiones. Lo que, según los defensores de la teoría, se debería a que estas otras están compactadas y son inobservables en la práctica. Para hacer una analogía con una cuerda: Esta, desde lejos, es bidimensional. Pero según nos acercamos, la cuerda adquiere un grosor, y una profundidad, incluso una estructura. Las dimensiones serían como estas características.
Recordemos que hablamos de filamentos que son billones de veces más pequeños. Para hacernos una idea, si un átomo midiera lo mismo que el sistema solar, las cuerdas tendrían el tamaño de una furgoneta, más o menos. ¿Y para qué nos sirve una hipótesis que no podemos comprobar?
La respuesta a esta pregunta es, precisamente, para dar respuesta, valga la redundancia. La aparición de la teoría de cuerdas tiene ya unas décadas y trata de explicar el funcionamiento de las fuerzas de las que hablábamos y que rigen el Universo. Esto se debe a que, por desgracia, los modelos actuales no son capaces de cumplir todo lo que esperamos de ellos a la hora de explicar la realidad.
Actualmente, la falta de pruebas de una subpartícula que explique la gravedad pone todos los modelos en un serio aprieto. Es lo que nos falta para desarrollar una «teoría del todo». La teoría de cuerdas es una aproximación que trata de profundizar más aún en los niveles físicos.
Por el momento, no existe ninguna prueba práctica de que la teoría de cuerdas sea acertada, ni tampoco equivocada. Este, al fin y al cabo, es un mero marco teórico que trata de explicar qué ocurre, pero sin resultados tangibles. La única razón para optar por esta teoría en vez de cualquier otra, es que el resto de modelos es inconsistente.
Con información de Ciencia Canaria