Un viaje que comenzó en el año 1761 con origen en Londres y destino en China, se llevó a cabo de una manera normal. Pero todo cambió para la vuelta. Una vuelta en la que el capitán del Octavius decidió tomar un camino más corto. Para ello, tenían que cruzar el Paso del Noroeste. Una travesía que, dicho sea de paso, hasta ese momento nunca se había llevado a cabo con éxito.
El Octavius no iba a ser una excepción, ya que una vez que se adentró en aquel misterio marino, nada más se volvió a saber de él. Lo cierto es que en ningún momento habían enviado una señal de socorro por lo que se pensaba que, al menos en un principio, todo iba según lo previsto.
El “regreso” del buque fantasma
El 11 de octubre del año 1775 el Octavius, casi por arte de magia, volvió a emerger de las aguas para hacer acto de presencia. El buque fue encontrado en Groenlandia por un barco ballenero de nombre Herald.
Cuando la tripulación del Herald abordó el barco que estaba a la deriva, se toparon con una escena que jamás podrían borrar de sus memorias. Y es que, para su asombro se encontraron a toda la tripulación congelada. Una congelación, que a tenor del aspecto que tenían, tenía que haber llegado de una manera súbita.
No había signos de angustia o de defensa en la tripulación. Sin embargo, lo más dramático estaba por llegar, ya que el capitán del Octavius fue encontrado congelado en su propio camarote al mismo tiempo que estaba escribiendo en el cuaderno de bitácora. Ante aquella dramática escena, los marineros recién llegados se quitaron sus sombreros en señal de respeto, y guardaron un minuto de silencio…
La versión oficial, como no podía ser de otro modo, era bastante ortodoxa. De hecho se llegó a asegurar de manera categórica que el barco quedó bloqueado por las gruesas capas de hielo, terminando así con la vida de los tripulantes. Pero, ¿cómo es posible que un capitán de barco muriera congelado sentado en su silla? ¿Es creíble que, según narraron los hombres del Herald, los marineros de a bordo no hubieran luchado contra el frío? ¿Cómo de súbita fue la variación de temperatura para no dar lugar a la huida?
Sea como fuere, lo cierto es que los cadáveres se quedaron allí hasta que llegaron las autoridades. ¿Por qué? Muy sencillo y quizá sea un código que nunca sabremos, pero los miembros del ballenero que les abordaron no querían tocar sus cuerpos. Hablaban de una maldición.
Se ha dado la versión de que la desdichada nave quedó atrapada en un témpano de hielo o un iceberg, del que no pudo salir y que lo mantuvo a la deriva todos esos años, provocando que el capitán lograra su propósito y hazaña de cruzar el Paso del Noroeste… de manera póstuma…
Con información de Nautical news today