Este comportamiento fue identificado en los murciélagos vampiro por un grupo de especialistas de las universidades de Ohio y Texas, quienes tomaron a 31 murciélagos de un árbol en Belice y les pusieron sensores de proximidad.
A unos 16 de ellos se les administró endotoxinas, un estimulante del sistema inmune con un potente efecto tóxico, que los enfermó para generar una respuesta inmune, mientras que al resto se les aplicó una solución salina placebo.
Según el estudio, publicado en la revista Behavioural Ecology, un murciélago de control tenía un 35% de posibilidades de interactuar con un murciélago enfermo, pero un 49% de asociarse con uno sano.
Durante las seis primeras horas cercanas a la inyección, un murciélago enfermo contactó en promedio con cuatro compañeros menos que uno del grupo de control.
El autor principal del estudio, Simon Ripperger, explica que “mantener la distancia es una reacción natural”, como demuestra el hecho que los murciélagos enfermos estaban letárgicos y dormían más. Por lo general, los murciélagos son animales muy sociales, se acicalan y comparten la comida. Pero cuando se ponen enfermos, estas interacciones se pueden observar con mucha menos frecuencia.
Los científicos sugirieron que esta conducta quizá sea común para todas las especies. También recordaron que algunos animales se aíslan de manera voluntaria cuando están enfermos y que en algunos casos se excluyen del resto del grupo.
Con información de La Vanguardia