Irán sufre una nueva explosión que alienta las sospechas sobre sabotajes enemigos

Desde hace semanas, incidentes de este tipo se suceden en instalaciones clave para el régimen de los Ayatolás.

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La cuarta explosión se produjo al oeste de la capital y dejó sin luz a las ciudades de Qods y Garmdareh.

Irán despertó con la noticia de una nueva explosión cerca de Teherán, la cuarta en las últimas dos semanas. Las autoridades ofrecieron explicaciones contradictorias sobre lo ocurrido, lo que hizo crecer la sospecha sobre un posible sabotaje. El país ha sufrido cuatro explosiones desde el 26 de junio, una de ellas en la planta de desarrollo de centrifugadoras de última generación en la central atómica de Natanz que, según fuentes consultadas por el diario The New York Times, fue causada por una bomba colocada por los servicios de inteligencia de Israel. Los responsables de la república islámica aún no han ofrecido su versión oficial de lo sucedido y mantienen que la investigación sigue abierta.

La cuarta explosión se produjo al oeste de la capital y dejó sin luz a las ciudades de Qods y Garmdareh, zonas en las que hay al menos «dos instalaciones militares subterráneas, una planta vinculada con el programa de armas químicas y otro centro de producción militar», apuntó Fabian Hinz, investigador del James Martin Center for Nonproliferation Studies, al diario estadounidense.

La televisión pública iraní señaló que se había escuchado un estallido que había provocado un corte de luz en Qods y Garmdareh. El gobernador de la primera de ellas confirmó a la agencia Fars un fallo en el servicio eléctrico de «cinco minutos», pero aseguró que no hubo detonación alguna. Su homólogo en Garmdareh, sin embargo, declaró que «la explosión que han escuchado los vecinos se ha producido en la fábrica de gas».

Golpe al programa atómico

La Agencia de Energía Atómica de Irán (AEAI) se refirió al estallido ocurrido el jueves en Natanz como «accidente», pero no dio detalles sobre lo sucedido. El portavoz de este organismo, Behruz Kamalvandí, informó que «muchos equipos de medición e instrumentos de precisión fueron destruidos en el accidente» y lamentó que este suceso «puede retrasar a medio plazo el desarrollo y la producción de centrifugadoras avanzadas». Supuso, por tanto, un golpe importante para el programa atómico de la república islámica.

Expertos israelíes consultados por The Jerusalem Post explicaron que esta planta se inauguró en 2018 y calcularon que su enemigo necesitaría al menos un año para repararla y ponerla de nuevo en funcionamiento. El portavoz de Exteriores, Abbas Musavi, habló de «graves consecuencias» si se confirma la mano extranjera en lo sucedido.

Además de Natanz, la base militar de Parchin, donde se desarrolla una parte del programa balístico del país, también sufrió una explosión el 26 de junio. El otro estallido se produjo cuatro días más tarde en una clínica al norte de Teherán y las autoridades la atribuyeron a un problema de gas.

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