Los Yukpa son una comunidad indígena venezolana que vive en el estado Zulia, específicamente en el Municipio Machiques, en un tramo de la Serranía de Perijá, que abarca desde el río Santa Rosa hasta el alto río Guasare. El término yukpa en su idioma quiere decir “indio manso”.

Desde tiempos prehistóricos los Yukpa han habitado la Sierra de Perijá. Siglos antes de la llegada europea a las Américas, los ancestros de los Yukpa formaron parte de una migración indígena caribeña en gran parte del norte de Sudamérica y las Antillas Menores. Son el único pueblo de origen Caribe que todavía habita en el noroeste de Venezuela.

Se cree que los Yukpa fueron contactados por primera vez por los occidentales a principios del siglo XVI cuando los conquistadores que buscaban El Dorado, la legendaria ciudad de oro, cruzaron la Sierra de Perijá. El encuentro fue breve y violento, y los Yukpa en consecuencia se movieron más hacia las montañas.

El jefe del asentamiento es el kapeta. Hay además un tomaira u organizador de ceremonias o cantos; y un tuano, médico tradicional y chamán. No hay centralización de una autoridad para varios grupos, sino que cada grupo tiene plena independencia. A veces los grupos diferentes son considerados Yuko, enemigos o salvajes.

El grupo doméstico constituye la unidad de producción local. Los hombres se encargan de la elaboración de vasijas, confección de pipas, armas de cacería,construcción de la vivienda y siembra de productos agrícolas. La mujer, por su
parte, se dedica a la siembra de maíz, preparación de los alimentos, mantenimiento del jardín, aunque interviene también en ciertas actividades de cestería, alfarería y tejidos.

Los establecimientos yukpas estaban conformados por una familia extendida, encabezada por un jefe o cacique que se encargará de tomar decisiones siempre con la aprobación de la comunidad, alrededor del cual se agrupaban varias viviendas habitadas por una familia nuclear y gozando de una autonomía política, pero como consecuencia de sus múltiples contactos con la cultura occidental estos asentamientos se han hecho más dispersos y por lo tanto más divididos, lo cual dificulta la transmisión de su conocimientos ancestrales a los miembros jóvenes de la comunidad. Sin embargo, los yukpas han logrado conservar gran parte de la identidad cultural con su lengua, su organización social, económica y sus creencias religiosas, todavía se mantienen algunas prácticas comunitarias como la tala y quema de la selva para la siembra.

En las miradas de los adultos se reflejan impotencia, rabia y dolor por las condiciones en que viven, por la falta de tierras, por el hambre que padecen, por la deforestación y el desvío de ríos. Pero sobre todo por la indiferencia del Estado.

El pasado y el presente de los indígenas yukpa tienen tintes lúgubres. Los niños y niñas presentan altos índices de desnutrición y baja escolaridad; pocos adultos superan los 65 años. 

La centenaria discordia entre yukpas y ganaderos es una cara del conflicto y la crítica situación que esta etnia ha padecido desde hace mucho tiempo. La otra es la de la miseria, que ha sumido a la etnia en las más deplorables condiciones de vida. Paludismo, tuberculosis, carencia de servicios básicos y de tierras fértiles son solo algunas de las calamidades que sufren.

Pese a que aún hay muchos yukpas que permanecen en el país, otros han decidido huir por la frontera hacia Colombia en busca de un futuro mejor. Los que no pueden irse han empezado a migrar forzosamente a Maracaibo, donde establecen asentamientos urbanos alrededor de hospitales para tener acceso rápido a la salud en caso de emergencia.

Mientras algunos son reclutados por la guerrilla y otros son vistos por el común como delincuentes y mendigos, también existen quienes sobreviven precariamente con el producto de la venta de sus artesanías en las esquinas marabinas. Así el país cada día ve cómo se resquebraja una parte fundamental de su esencia e identidad.

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Con información de pueblosindigenas.es

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