La hipertensión arterial, es considerada como un factor de riesgo primario para padecer la enfermedad de vasos pequeños cerebrales (SVD por sus siglas en inglés) y las lesiones de la sustancia blanca del cerebro (WML por sus siglas en inglés), que están asociadas al deterioro cognitivo, así como con el alzhéimer y otras demencias.
Para evitar complicaciones a futuro, es necesario controlar cuidadosamente la presión arterial desde el comienzo y la mitad de la vida con el fin de garantizar la salud del cerebro.
La presión arterial, se define como el mecanismo que garantiza el fluido de la sangre al cuerpo a través de las arterias para llegar a los órganos y extremidades corporales.
Su rango normal, es de entre 90/60 mmHg y 120/80 mmHg. Cuando está alta, la medición arroja por encima de 140/90 mmHg.
Aunque en algún momento se puede llegar a presentar hipertensión, el problema se agudiza cuando es frecuente y se convierte en una patología.
The Lancet Neurology, reseñó un estudio que se realizó en adultos mayores hipertensos mayores de 50 años en Estados Unidos (EEUU) ,donde se obtuvo imágenes resonancia magnética de 670 personas al inicio y 449 después de un seguimiento de 4 años.
El equipo de investigación, asignó aleatoriamente 2 tipos de estrategias de tratamiento. La primera lograr una presión arterial sistólica inferior a 120 mmHg (tratamiento intensivo) y la segunda una inferior a 140 mmHg (tratamiento estándar).
El resultado primario, fue un cambio en el volumen total de WML desde el inicio. “El grupo que recibió el tratamiento antihipertensivo intensivo más severo mostró un aumento del volumen de VWL de 4.57 a 5.49 cm3 en comparación con un aumento del volumen de VML de 4.40 a 5.85 cm3 para aquellos que recibieron el tratamiento antihipertensivo estándar”, indicó la agencia.
Sin embargo, la diferencia anatómica en la mayor pérdida de volumen cerebral aún no está clara, aunque sí se sabe que la presión arterial está asociada con volúmenes cerebrales más pequeños.
