Los «embriones planetarios», también conocidos como discos protoplanetarios o “protoplanetas”, están formados por gas y polvo alrededor de estrellas jóvenes; de estas estructuras provienen los sistemas planetarios como el nuestro por lo que es bastante lógico pensar que el sistema solar se vio así hace varios miles de millones de años, cuando el Sol era solo un «bebé».
Desarrollada independientemente en 1900 por Carl Von Weizsacker y Gerard Kuiper, la hipótesis del protoplaneta fue mejorada por la hipótesis nebular.
Los discos protoplanetarios surgen en grandes nubes de gas y en zonas de formación estelar, lugares que no son precisamente los más calmados, por lo que muchas veces estos embriones son destruidos por la radiación o viento estelar proveniente de estrellas cercanas, así que los sistemas planetarios cercanos que actualmente podemos estudiar podrían considerarse como sobrevivientes de un pasado tormentoso y accidentado.
Todo protoplaneta se forma tras los choques de planetesimales de un diámetro de 1 km, atraídos por la gravedad y colisionando, dando lugar a pequeños planetas de entre 100 y hasta unos 1000 km de diámetro. Son entonces más pequeños que un planeta enano y son consecuencias de choques planetesimales. Un planetesimal es un objeto formado por polvo, roca y otros materiales del espacio. Su nombre tiene raíces en el concepto matemático infinitesimal, el cual nos indica aquellos objetos que son demasiado pequeños como para ser vistos o medirse.
En el caótico nacimiento del Sistema Solar, los embriones planetarios podían fusionarse en cuerpos mayores, ser expulsados del Sistema (luego de un encuentro cercano entre ellos donde se aceleran mutuamente), caer al Sol o chocar entre ellos desperdigando escombros.
De acuerdo con el modelo actual de la hipótesis protoplanetaria, las órbitas de la mayoría de los planetas deben ser ásperas y circulares alrededor de sus estrellas. Esto se debe a que el giro gravitacional de la hipótesis dice que ya formados los planetas deben de mantenerse en órbitas similares que, con pocas excepciones, se mueven en la misma dirección. Mediante la observación de los planetas y sistemas solares que recién fueron descubiertos, demuestran el comportamiento claro con esta teoría. Algunos de los planetas se mueven en órbitas alargadas, ovaladas y algunas tienen un movimiento “hacía atrás”, al contrario de la rotación gravitacional del resto del sistema solar.
Los discos protoplanetarios que ves se encuentran en la Nebulosa de Orión y fueron estudiados por el Telescopio Espacial Hubble.
Con información de linoit.com
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