Durante la I Guerra Mundial, se destacó un piloto y conde llamado Francesco Baracca, quien con su escuadrilla de aviones combatió en una gran cantidad de duelos, logrando 34 victorias oficiales, por lo que llegó a ser considerado como un héroe y el principal as de la aviación de la Fuerza Aérea de Italia. Ya casi al final de la guerra, fue derribado y muerto cumpliendo una misión de bombardeo, en 1918.
En su avión tenía pintado un caballo, «rampante» (alzado sobre dos patas, en la simbología de la heráldica); imagen que pasó a ser utilizada por la escudería Ferrari en 1932, después de que la condesa Paolina Baracca, madre de Francesco, se impresionara al ver al piloto italiano Enzo Ferrari y le pidiera que luciera el caballo de su hijo en sus vehículos, como señal de buena suerte. El corredor decidió incluir esta figura en un Alfa Romeo (aún no comenzaba la fabricación de autos 100% Ferrari) que había configurado para las 24 Horas de Spa Francorchamps en Bélgica.
La carrera fue dominada por los pilotos de la Scuderia Ferrari y como consecuencia, Enzo lo consideró un símbolo de la buena suerte que más adelante se convertiría en el logo de su compañía, y se conocería popularmente como “il cavallino rampante”.
El caballo original estaba pintado en color rojo sobre una nube blanca, pero Ferrari prefirió pintarlo en negro en señal de luto por los aviadores fallecidos en la guerra, y le añadió un fondo amarillo, color local de Modena, su ciudad natal. El caballo de Ferrari fue, desde el principio, diferente al caballo de Baracca. El detalle más importante es que en el caballo de Ferrari, la cola apunta hacia arriba y el de Baracca hacia abajo.
Con información de eluniversal.com.mx