En abril de 2017 se celebraba el mediático Fyre Festival. Un evento musical, ‘foodie’ y cultural de lujo que tenía lugar en una paradisíaca isla del Caribe. Con un ‘line up’ que contentaría al melómano más exigente, las entradas para dicha fiesta costaban desde los 3.000 a los 11.000 euros —el transporte se realizaría en avión privado—. Era la primera edición de un festival ‘deluxe’ que, para quien tuviera dudas, era promocionado por las modelos y las ‘celebrities’ más reputadas del globo, entre ellas Kendall Jenner.
Finalmente, la idílica cita musical resultó ser una estafa mastodóntica que ofrecía sandwiches de pollo a sus invitados y tiendas de campaña a la lluviosa intemperie. El mismo día de su inauguración, los conciertos eran cancelados y se iniciaba así una trifulca legal que ha mandado a la cárcel a su fundador, Billy McFarland, que pasará seis años a la sombra debido a un grave delito de fraude. Ahora hemos sabido que Kendall tendrá que pagar finalmente 90.000 dólares (unos 82.000 euros) debido a este incidente.
Toda una ganga teniendo en cuenta que el administrador de la quiebra financiera, Gregory Messer, pedía el verano pasado la cantidad íntegra que la modelo habría recibido por promocionar el evento y subir un suculento post a Instagram en el que ayudaba a viralizar el sarao. Se calcula que lo que en su momento recibió fue la friolera de 251.000 euros.
La polémica demanda interpuesta por Messer en un tribunal de Manhattan la culpa de “llevar intencionalmente al público y compradores de entradas a acudir al evento”, donde también tenía pensado actuar Kanye West —cuñado de la maniquí—. Y aunque no pagará todo lo que se le exigió en un principio, parece que Jenner ha llegado a un acuerdo que no deja de ser una gran pérdida económica.
Como era de esperar, Jenner se desvinculó de dicho fraude y alegó no saber nada ni tener responsabilidad alguna respecto a la estafa, ya que en ocasiones “tenía que confiar en la marca que promocionaba y tener fe”. Asimismo, uno de los intríngulis que más llamó la atención de la Comisión Federal de Comercio fue que al saltar la polémica la modelo no declaró exactamente cuánto le pagaron por ser imagen, un movimiento que fue entendido como “una clara falta de buena fe por parte de Kendall”, según agregaba Messer.
