Días calurosos, cielo azul y jardines florecientes: en muchos lugares de Europa esta primavera boreal es de ensueño. Sin embargo, los agricultores no la ven con tan buenos ojos, ya que necesitan que llueva para que no se pierdan las cosechas debido a la sequía, como el año pasado.
Este es un problema que en 2020 corre paralelo a la pandemia del nuevo coronavirus. Pero los agricultores europeos parecen estar más preocupados por otra cosa: a causa del cierre de fronteras, los trabajadores temporeros no pueden ingresar este año a países como Alemania, y no hay personal para la siembra.
En Alemania, “enero fue demasiado caliente. Y no hay indicios de que el calentamiento global se haya reducido”, explica a DW Andreas Becker, del Servicio Alemán de Meteorología, desde Fráncfort del Meno. Además, enero y marzo de 2020 han sido demasiado secos. Febrero, en cambio, fue muy húmedo, con el ascenso del nivel del río Rin, por ejemplo, a más de seis metros.
Ahora, el Rin está bajando: llegó al nivel promedio de 3,5 metros, y sigue descendiendo. Al menos esas lluvias de febrero lograron equilibrar la pérdida de humedad en los suelos que hubo el año anterior, dice Becker.
En el verano de 2018 y 2019, Europa vivió un récord de calor con más de 40 grados. El suelo madre, que debe tener una profundidad de 20 a 50 centímetros, se ha recuperado mejor que las capas más profundas, que llegan hasta los dos metros, muy importantes para el crecimiento de los árboles. Pero aún hay «restos de un déficit” de humedad, por las escasas lluvias de marzo, según el experto, que hace que la situación en Alemania linde con la sequía.
En 2019 hubo una cantidad inusualmente alta de precipitaciones en el norte de Alemania, dice por su parte a DW Andreas Marx, de la Oficina para el Clima de Alemania Central, en el Centro Helmholtz de Investigación Ambiental, de Leipzig. Sin embargo, paralelamente también se registraron temperaturas desacostumbradamente altas. La sequedad del suelo se ve asimismo afectada por un invierno suave, casi sin nevadas.