Isla de Pascua: un mágico paraíso en el Pacífico

En mitad del océano pacífico, se encuentra una isla que habla de tradiciones milenarias, mitología e innumerables actividades para desarrollar en familia o con amigos.

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Las principales visitas se centran en el patrimonio histórico-artístico de los rapanui: los ahu, o plataformas sagradas para ceremonias religiosas.

Esta isla volcánica remota en medio del océano Pacífico, Isla de Pascua constituye un fascinante misterio. Actualmente, 300 años más tarde, las teorías han tratado de dar respuesta a los enigmas que plantea esta civilización aislada del resto del mundo, que floreció hace ya siglos y que fue capaz de alzar con herramientas líticas y trasladar sin ayuda de ruedas ni animales de tiro sus célebres y colosales moái, estatuas de piedra con forma humana.

Estos colosos de piedra, de belleza siempre inquietante, suponen un hito en la historia humana de las construcciones megalíticas. Y la experiencia de su contemplación bastará al viajero sagaz para justificar tan largo viaje.

La arqueología sigue tratando de dar respuesta a algunas preguntas: ¿cómo lo hicieron?, ¿qué representan? Los historiadores tampoco se ponen de acuerdo a la hora de datar la llegada de sus primeros pobladores, intrépidos polinesios que surcaron miles de kilómetros de océano en canoa y que construyeron aquí algunos de los monumentos megalíticos más impactantes e inquietantes del planeta.

Su encanto magnético reside precisamente en los misterios que todavía envuelven esta isla perdida en lo más remoto del océano Pacífico.

• DATOS BÁSICOS.

La isla pertenece a Chile, aunque culturalmente está vinculada a Polinesia, y alberga unos 5.000 pascuenses, en su mayoría vinculados al sector del turismo.

Tiene apenas unos 165 kms² y se ubica a unos 3.500 kms al oeste de la costa de Chile y a 2.000 kms de las Pitcairn, el territorio habitado más cercano. 4.000 kms hacia el este se encuentra Tahiti.

La isla está delimitada por tres volcanes extinguidos en cada uno de sus ángulos.

El punto más alto de la isla es el monte Terevaka, que se eleva 511 metros sobre el nivel del mar.

La isla tiene sólo dos playas, Anakena y Ovahe, ambas en la costa norte y con arena de tipo volcánico y coralino.

Más del 40% de la isla pertenece a un parque nacional protegido y fue declarada en 1995 Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Hanga Roa es la capital de la isla de Pascua y su único núcleo urbano, donde reside el 90% de la población.

• CLIMA.

Subtropical oceánico, templado cálido con lluvias todo el año y presencia casi constante del viento. Las temperaturas se mantienen entre los 18ºC y 23ºC. Julio y agosto son los meses más fríos, febrero el más cálido y mayo el más lluvioso.

• CUÁNDO IR.

Aunque el clima es agradable durante todo el año, en los meses de enero a marzo se registra la mayor afluencia de viajeros, sobre todo gracias a la celebración del Festival de Tapati en el mes de febrero, que durante dos semanas presenta un amplio repertorio de manifestaciones culturales ancestrales en escenarios de toda la isla.

• CÓMO LLEGAR.

El aeropuerto internacional de Mataveri recibe 12 vuelos semanales con origen en Chile (Santiago), Perú (Lima) y Tahiti (Papeete). La duración del vuelo desde Santiago es de 5 horas y media.

• DIFERENCIA HORARIA.

Isla de Pascua se encuentra en el huso horario -4 GMT, dos horas menos que Santiago de Chile.

• MONEDA.

La oficial es el Peso  Chileno. En algunos lugares se puede pagar en dólares y euros. No en todos los sitios se aceptan todas las tarjetas de crédito. Hanga Roa cuenta con dos oficinas bancarias dotadas de cajeros automáticos.

• QUÉ ESPERAR DE ISLA DE PASCUA.

Básicamente la isla es un museo al aire libre, toda ella está declarada Monumento Histórico, y las principales visitas se centran en el patrimonio histórico-artístico de los rapanui: los ahu, o plataformas sagradas para ceremonias religiosas, los celebérrimos moái, petroglifos, basamentos de antiguas viviendas y otros restos arqueológicos.

Más allá de este paisaje cultural, el viajero encontrará un espacio natural indómito de ondulantes colinas tapizadas de verdes praderas pero sin apenas árboles, volcanes extinguidos y abruptos acantilados batidos por el fuerte viento. Un escenario natural muy a tono con el aire de misterio de la isla, que a veces decepciona a viajeros poco informados, pero que  constituye para el viajero sagaz parte de su esencia mágica y telúrica.

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