Harvard recomienda una dieta para bajar un 21% el riesgo cardiovascular

La comida, además de necesidad y placer, es un potente aliado o enemigo de la salud. La prestigiosa universidad norteamericana emite una nueva directriz para conseguir más seguidores de una buena alimentación.

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Las puntuaciones dietéticas más altas representaron una mayor adherencia a los patrones de alimentación saludable.

Los ataques cardiacos y cerebrales son la primera causa de muerte en los países desarrollados, y la cifra de víctimas crece de año en año. Los últimos datos ofrecidos por la OMS cifran en 17,5 millones los fallecimientos por este motivo, que, como recuerda la Fundación Española del Corazón, en el 90% de los casos se debe a factores tan conocidos como hipertensión, hipercolesterolemia, obesidad, diabetes y tabaquismo.

El nexo común entre todos ellos, a excepción del último, es la alimentación. Dado que comer es algo que hacemos todos los días varias veces (excepto en las regiones del planeta más desfavorecidas), no es raro que la dieta sea un asunto de interés de salud pública y que miles de científicos trabajen en definir cómo nos enferma (o nos protege).

Una de las voces más respetadas es la de la prestigiosa Universidad de Harvard. Su ya célebre plato para comer saludable se ha convertido en una herramienta visual que muestra qué alimentos tienen que componer nuestra comida, primando la calidad sobre la cantidad

Al igual que el plato de Harvard, algunos patrones dietéticos se han erigido en ‘modelos de culto’ como salvaguardas de la salud, entre ellos las dietas mediterránea y DASH, que la Asociación Americana del Corazón ha reconocido como las mejores para controlar los niveles de colesterol.

La calidad es lo que importa

Es cierto que buena parte de la población conoce bien los alimentos que le convienen, y muchas personas aseguran que siguen una dieta saludable. Sin embargo, al examinar detenidamente la adherencia a un patrón saludable es fácil descubrir alguna que otra ‘trampa’.

Sin ir más lejos, los seguidores del referente dietético de los países mediterráneos no son tan fieles como creemos, como se puede comprobar con la autoevaluación a través de un cuestionario de hábitos alimentarios, y el cumplimiento real se verifica por una firma metabólica compuesta por 67 metabolitos de productos típicos mediterráneos en la sangre (aceite de oliva virgen extra, pescado, legumbres, frutos secos y vino), gracias a la cual es posible predecir el riesgo cardiovascular de un individuo, un hallazgo que se publicó en el ‘European Hearth Journal’ y que contó Alimente.

Todo lo anterior ayuda a comprender las últimas recomendaciones de nutricionistas y expertos en medicina preventiva de la Universidad de Harvard: seguir una dieta saludable (no importa cuál) a largo plazo disminuye entre el 14% y el 21% riesgo cardiovascular (especialmente ictus y ataques cardiacos). Esa es la conclusión de un trabajo que publicó ayer la revista ‘JAMA Internal Medicine’.

Los autores examinaron los datos de una cohorte de cerca de 200.000 hombres y mujeres incluidos en los estudios de Salud de Enfermeras y de Seguimiento de Profesionales de la Salud, durante más de tres décadas. Para este estudio, se centraron en las puntuaciones dietéticas de cuatro patrones de alimentación saludable: índice de alimentación saludable-2015 (HEI-2015); puntaje alterno de la dieta mediterránea (AMED); índice de dieta saludable basada en vegetales (HPDI), y el índice alternativo de alimentación saludable (AHEI). A pesar de los diferentes métodos de puntuación, cada uno de estos patrones promueve una mayor ingesta de granos enteros, verduras, frutas, legumbres y frutos secos, y una menor ingesta de carnes rojas y procesadas y bebidas azucaradas.

Las puntuaciones dietéticas más altas representaron una mayor adherencia a los patrones de alimentación saludable. Después de ajustar por numerosos factores, como la edad, el IMC y el tabaquismo, el análisis encontró que una mayor adherencia a cualquiera de los patrones de alimentación saludable se asoció consistentemente con un menor riesgo de ECV (de 14% a 21% menor en comparación con los que menos se adhirieron).

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