A estas alturas estamos más que familiarizadas con los términos ‘veggie’ e incluso ‘flexitariano’ pero ¿qué implica seguir una dieta pescetariana? ¿Cuáles son las diferencias entre un vegetariano y un pescetariano? Tranquila. Si estás un poco perdida, te contamos en qué consiste.
La dieta pescetariana supone un patrón alimenticio basado en pescado y marisco combinado con vegetales. Por tanto, la dieta excluye la presencia de cualquier otro animal que no sean estos. Por otro lado, la dieta vegetariana no incluye ningún tipo de carne, aves de corral ni mariscos. Es un plan de comidas compuesto más que nada de plantas, entre ellas vegetales, frutas, legumbres, granos integrales, semillas, y nueces. No encontrarás en ella productos de origen animal.
También puede incluir huevos y/o leche si se trata de una dieta lactovegetariana. Se habla de dieta vegana a la que consiste en alimentos solo a base de plantas, sin incluir proteína animal o productos animales como los huevos, leche o miel. Los pescetarianos ingieren fundamentalmente los mismos productos ricos en antioxidantes y vitaminas que consumen los vegetarianos, y algunos nutrientes (proteínas completas y ácidos grasos omega-3) de los mariscos que son más difíciles de asimilar en una dieta estrictamente vegetariana.
¿Cómo se consumen las vitaminas y nutrientes en cada una de ellas?
Mientras que muchos vegetarianos y veganos pueden tener dificultades para saciarse de vitamina B12 (que se encuentra principalmente en las proteínas animales), los pescetarianos pueden satisfacer sus necesidades diarias de B12 con una sola ración de pescado. Los mariscos, por su parte, son una de las principales fuentes de ácidos grasos omega-3 saludables para el corazón y el cerebro. Éstos pueden disminuir la inflamación de nuestro organismo y reducir tanto la presión arterial como los triglicéridos. También puedes obtener omega-3 de fuentes vegetales como las semillas de lino, soja, avena, nueces o semillas de chía.
Hay que tener prudencia, sin embargo, con el mercurio, y no abusar del consumo de pescado que pueda contener este nocivo componente. Aunque la mayoría de los pescados blancos que comemos a diario son bajos en mercurio, los nutricionistas aconsejan comer pez espada, cazón, caballa gigante y grandes cantidades de atún blanco con moderación, especialmente las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia.
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Por lo que se refiere a las ventajas de la dieta vegetariana, en sus distintas modalidades, se incluyen el bajo aporte de grasas saturadas, que contienen los productos de origen animal, así como el casi nulo aporte de colesterol que solo se encuentra en los productos animales. Además, con la dieta vegetariana se obtiene una mayor cantidad de fibra, y más todavía si se añaden cereales integrales, que se han asociado a una menor prevalencia de cáncer de próstata y colon. Es conocido el potencial cardioprotector de la dieta vegetariana, pero sabiendo que de nada serviría seguir una estricta dieta de este carácter si lo hacemos consumiendo excesivos refrescos azucarados junto a pasta y alimentos fritos. Como todo, la dieta se debe contemplar en conjunto, sin crear “islas” de excepción o de contradicción.
También puede haber algunos inconvenientes, como un riesgo mayor de sufrir carencias de algunos micronutrientes, pues el alto consumo de fibra puede impedir la buena absorción de minerales. Además, algunos nutrientes son escasos en el reino vegetal. Así, la vitamina B12 se obtiene de productos de origen animal únicamente, por lo que los vegetarianos pueden tener carencia de ella y sufrir anemia por su déficit. Para conseguirla se puede recurrir a suplementos o añadiendo algas a la dieta diaria. Otro riesgo es sufrir carencia de hierro, porque el hierro de origen vegetal no se absorbe fácilmente y esto puede predisponer a anemias.
Como siempre, optar por alguna de estas dietas debe estar precedida del consejo y estudio médico correspondiente, pues no todas las personas somos iguales ni tenemos las mismas necesidades alimenticias.