Diana de Gales, Lady Di

Muchas teorías conspirativas rodearon su fallecimiento, pero ninguna pudo nunca ser demostrada. Así fue la vida de la princesa más mediática de la casa real británica.

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Desde el inicio de la relación con el príncipe, Lady Diana Spencer despertó un gran interés para la prensa.

Diana Frances Spencer nació en Sandringham, Inglaterra, el 1 de julio de 1961. De familia aristocrática, desde muy joven, mostró interés por la danza, el piano y la natación. Su educación fue exquisita y muy similar a la de la realeza británica. De hecho, la familia Spencer trabajó para la propia familia real durante años, y la buena relación que los Spencer mantenían con la reina propiciaría luego un matrimonio convenido.

Desde su juventud destacó por ser una mujer carismática y con grandes habilidades sociales, y desde el momento en que se convirtió en princesa disfrutó de baños de masas. Era una princesa muy querida por el pueblo, probablemente por su cercanía y humanidad, tan diferente de la personalidad de la casa real británica.

Pese a que su matrimonio fue prácticamente diseñado por la Reina Isabel, al tratarse de una joven de la aristocracia que consideró muy apropiada para su hijo, después de la boda la vida familiar se volvió tensa, y poco tenían que ver la princesa con su suegra. Esta tensión alimentaría después una poderosa teoría conspirativa respecto a la muerte de Diana.

Se casó muy joven, a los 20 años, con el príncipe Carlos, aunque él tenía 13 años más que ella. Biógrafos de la princesa han asegurado que se desencantó rápidamente, al evidenciarse que poco amor había tras un matrimonio concertado. Los príncipes de Gales se separaron oficialmente en agosto de 1996.

La verdadera ‘princesa del pueblo’

Desde el inicio de la relación con el príncipe, Lady Diana Spencer despertó un gran interés para la prensa. Algunos historiadores comparan la ‘fiebre Diana’ con el fenómeno Beatle. Cada uno de sus actos, cambios de vestido o peinado, eran objeto directo de la prensa y el público admiraba su calidez y humanidad, muy distintos del carácter de la casa real británica.

El primer hijo de Diana y Carlos, Guillermo, nació en 1982; y el segundo, Enrique, dos años más tarde. La corona británica logra así asegurar la continuidad de la dinastía familiar con la descendencia del príncipe Carlos.

Tensión con la reina

Biógrafos y amigos cercanos de la princesa Diana han manifestado que existían relaciones tensas con la familia real, en concreto con la Reina Isabel, y que durante los 17 años como princesa, mantuvieron una relación, a lo sumo, cordial.

Otros detalles de su vida personal han sido relatados a lo largo de los años, como las infidelidades cometidas por el príncipe Carlos dentro de su matrimonio, y diversos problemas de salud que la princesa sufrió a lo largo de su vida, como trastornos de alimentación o incluso depresión.

El oscuro accidente de la princesa

Tras su divorcio, Diana inició una relación con Dodi Al-Fayed, hijo del multimillonario egipcio Mohammed Al-Fayed, propietario de los almacenes londinenses Harrod’s.

La Princesa de Gales y su entonces novio Dodi Fayed murieron en un accidente automovilístico en París el 31 de agosto de 1997, tras salir del Hotel Ritz. La pareja y el chófer perecieron en el accidente.

La mayoría de teorías conspirativas sobre el accidente fueron levantadas por Mohammed Al-Fayed, padre de Dodi. Afirmó que su hijo y Diana habían sido asesinados por el MI6, los servicios secretos británicos. En entrevistas televisivas declaró que ambos iban a anunciar su compromiso porque ella estaba embarazada y que la perspectiva de tener un musulmán en la familia real disgustaba muchísimo a ésta.

Además aseguró que Henri Paul, el conductor del Mercedes que también falleció y que trabajaba como responsable de seguridad del hotel, era en realidad un agente secreto del MI6. 

Uno de los cabos sueltos que ha quedado, a pesar de todo, es la no identificación de un Fiat blanco que dejó marcas en el Mercedes cuando este perdió el control. Además, llamó la atención sobre el hecho de que ninguna cámara de seguridad hubiese grabado imágenes del coche en su trayecto fatal, a pesar de que había más de una decena en los diversos lugares recorridos.

La reina Isabel se negó a darle un funeral de Estado. Pero la presión de gran parte de la opinión pública británica, que criticó el desprecio de los Windsor hacia la fallecida «princesa del pueblo», obligó a Buckingham a cambiar de postura. El 6 de septiembre de 1997, medio mundo se paralizó para contemplar a través de la televisión el traslado de su féretro hasta la Abadía de Westminster.

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