Díaz Canel ha aumentado el hostigamiento contra la prensa independiente

Bloquear la información: una quimera imposible.

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El régimen castrista, que no soporta verse cuestionado en Facebook y Twitter, con su habitual lenguaje bélico ha llamado a la batalla en las redes sociales

Hace siete años, en mayo de 2013, Miguel Díaz-Canel, entonces vicepresidente, luego de dejarse retratar con los blogueros de La Joven Cuba, se pronunció a favor del debate de ideas y afirmó que bloquear la información en tiempos de Internet era “una quimera imposible”.

En este sentido, Fernando Rojas, el viceministro de Cultura el eterno viceministro, afirmaba que blogueros como los de La Joven Cuba eran “el embrión de la prensa alternativa que necesitamos”.

Palabra de Díaz-Canel y de Rojas fueron interpretados como una señal de que se le iba a conceder  más espacio a blogueros no disidentes, como Elaine Díaz y Harold Cárdenas,  y permitirles, aunque en algunos asuntos se mostrasen críticos y cuestionadores, ser una especie de oficialistas por cuenta propia, con permiso para discrepar un poco, siempre “dentro de la revolución”.

Tan eufóricos estaban los blogueros de La Joven Cuba, que declararon en la TV, durante las Romerías de Mayo en Holguín, a las que fueron invitados aquel año por el Ministerio de Cultura, que “en un país tan diverso como Cuba, no puede primar la uniformidad en la blogosfera”.

La euforia les duraría poco. Los espacios, en vez de abrirse, se fueron cerrando más. Los ataques y presiones contra La Joven Cuba se reanudaron, y con más virulencia, por parte de los blogueros oficialistas. A tal punto que Harold Cárdenas, director de la publicación, decidió ponerse a buen recaudo: con un par de camisas y un libro de Che Guevara, se fue a una beca en la neoyorquina Columbia University.

Harold Cárdenas explicó que el gobierno cubano, que había entrado en pánico debido a la hostilidad de Donald Trump, había cerrado los espacios para “la crítica dentro de la revolución”, y estaba disparando hacia todos lados. Así que mientras los mandamases y sus comisarios despotricaban contra los centristas y cualquier otro corrimiento ideológico, Harold Cárdenas, que no está al centro, sino a la izquierda de Marx y Lenin, se fue, al menos por un tiempito, hasta que baje la marea.

Pero la marea no baja, sino que cada vez sube más. Y Díaz Canel, que ahora es presidente, y Fernando Rojas, que además de seguir siendo viceministro, ya no se muestran tan abiertos al debate como decían estarlo hace siete años. Por el contrario, preconizan la línea dura.

Bajo el gobierno de Díaz-Canel, que hace siete años consideraba “una quimera imposible” bloquear la información en tiempos de Internet, aumentó el hostigamiento contra los periodistas independientes y se ha implementado el Decreto-Ley 370, que sanciona con multas de hasta tres mil pesos y penas de prisión a los que publiquen en las redes sociales contenidos que desagraden al régimen.

Este Decreto-Ley 370 se está aplicando a rajatabla en estos tiempos de COVID-19 que el régimen ha aprovechado para reforzar los controles sociales, lo mismo contra los que denuncien los abusos policiales que contra los que retraten las rebatiñas para comprar alimentos.

El régimen castrista, que no soporta verse cuestionado en Facebook y Twitter, con su habitual lenguaje bélico ha llamado a la batalla en las redes sociales. Pero, evidentemente, no le basta con los trolls, las ciberclarias y los cacasenos habituales para el ciber enfrentamiento. Con tantos intentos triunfalistas de tapar el sol con un dedo y consultas a la jefatura en busca de orientaciones acerca cada frase que escriben, raras son las oportunidades que se les presentan a los parlanchines del oficialismo de anotarse un tanto que resulte medianamente creíble. Y cuando se les presenta alguna oportunidad, la dejan pasar de largo, por exceso de disciplina, incapacidad o sencillamente porque ni ellos mismos creen las sandeces que repiten.

Entonces, no les que queda más que apostar, una vez más, por bloquear la información. Aunque sepan que eso, en estos tiempos, por más represivos que sean, es una quimera imposible.

Fuente: CubaNet

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