Los docentes en San Cristóbal deben perseguir la luz para dictar educación a distancia

A pesar que en la capital tachirense el internet es medianamente efectivo, el servicio no se puede aprovechar por los constantes cortes de luz.

0
414
Con las fallas y carencias en los servicios básicos, los docentes y alumnos deben hacer milagros para terminar año escolar.

Además del arduo trabajo que supone supervisar el proceso educativo, los docentes en la región fronteriza con Colombia tienen otros factores de los que preocuparse a la hora de enseñar. La presencia de la guerrilla y grupos paramilitares, la atención especial a los estudiantes cuyos padres “van y vienen” de un país a otro, el acceso a las escuelas a través de canoas, y la merma de los servicios básicos.

La intención del gobierno venezolano de convertir “cada familia en una escuela” a través de una red en línea, luce inviable en medio de una cotidianidad en la que la mala prestación de servicios indispensables como la electricidad y la Internet se han convertido en una constante.

Mariela Chacón, directora de la red de escuelas Fe y Alegría en la frontera colombo venezolana, vive en San Cristóbal, estado Táchira, donde diariamente su labor docente compite con los cortes de electricidad. Para ella, las fallas eléctricas de la entidad son “bastantes agobiantes”.

“En mi casa hemos tenidos cortes de 12 y 18 horas, a veces continuas y a veces intercaladas”, apuntó.

Era la primera vez desde que inició la cuarentena nacional que se lograba reunir en su oficina de manera presencial. No solamente porque la docente respeta las recomendaciones sanitarias, sino porque la escasez de gasolina durante la pandemia no le permitían trasladarse a su sitio de trabajo.

Esta vez pudo llenar el tanque de su carro con un salvoconducto que le dio Fe y Alegría. La escasez de combustible, gas doméstico, agua y de electricidad son problemas cotidianos para la población tachirense.

Desde que entró en efecto la cuarentena el pasado 16 de marzo, junto con la suspensión de clases en todos los niveles educativos, Fe y Alegría se ha esforzado por llevar a cabo la educación “a distancia”.

De acuerdo con la directora regional, ha obtenido respuestas de muchos de sus alumnos en las actividades de contingencia. Sin embargo, el proceso ha sido complicado por problemas de conectividad.

A pesar que en la capital tachirense el internet es medianamente efectivo, el servicio no se puede aprovechar por los constantes cortes de luz.

“En San Cristóbal hay internet colombiano, pero en San Joaquín de Navay (también en Táchira) y en El Nula (estado Apure) el trabajo a distancia es difícil, no se ha podido llegar a ellos”, explicó Chacón.

En estas regiones los estudiantes trabajan en las fincas y para poder recibir educación deben esforzarse más.

Debido a la diáspora de docentes, Chacón también colabora con una escuela de El Nula, donde enseña inglés. A la Escuela Técnica Agropecuaria Padre José Pastor Villalonga, en época de lluvia, se accede en canoa ya que los niveles del caudal del río se elevan e inundan la vía terrestre.

La zona atiende a 1.210 estudiantes de las escuelas de Fe y Alegría, cada uno con una necesidad particular. Por ejemplo, en este tiempo de cuarentena dos estudiantes quedaron varados en Colombia tras el cierre de fronteras, uno en Cúcuta y otro el Norte de Santander.

Otro problema frecuente son los grupos paramilitares que protagonizan actividades irregulares cerca de los planteles.

En su experiencia, los grupos paramilitares hacen presencia cerca de las instituciones en primer lugar para atribuirse un “rol protector”, y en segundo para reclutar estudiantes.

También los docentes en cargos administrativos, como la directora regional de Fe y Alegría, reciben el “salario de hambre” de un docente público, según el convenio de subvención de la Asociación Venezolana de Educación Católica (Avec).

Haz un comentario

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí