La psoriasis es una enfermedad en la piel que se manifiesta por lesiones en la piel de color rojo cubiertas de escamas y afecta a alrededor del 2% de la población.
Este padecimiento es debido al sistema inmunitario. Lo que ocurre en estos pacientes es que las defensas del cuerpo se conjuran para generar y mantener lesiones importantes en la piel. En concreto, los linfocitos T producen citoquinas a raudales, unas moléculas que desencadenan inflamación y las alteraciones cutáneas.
Lo bueno de esta inflamación crónica de la piel es que en el origen del problema puede estar también la solución. La psoriasis es uno de los mejores ejemplos de cómo la investigación traslacional en inmunología permite generar terapias innovadoras.
Ese mismo sistema inmunitario que “se rebela” y causa la enfermedad ha permitido producir unos medicamentos, llamados biológicos, que a estas alturas son el mejor aliado del paciente moderado-severo con afectación de una amplia superficie corporal. En otras palabras, el sistema inmunitario es a la vez enemigo y aliado en psoriasis.
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¿En qué consiste un tratamiento biológico?
Es una terapia basada en anticuerpos humanos –o inmunoglobulinas–. Es decir, en esas moléculas que normalmente forman parte de nuestras defensas y nos protegen de infecciones.
Los anticuerpos para tratar la psoriasis han sido diseñados en un laboratorio para atacar las citoquinas producidas por los linfocitos T. Una vez inyectados en el organismo del paciente, se unen a las citoquinas y evitan que éstas ataquen a la piel. De este modo, las lesiones que cubren una parte importante de la superficie corporal desaparecen mientras se mantiene el tratamiento.
Retos de futuro
Aunque los resultados de los tratamientos biológicos son esperanzadores, todavía queda mucho por camino por recorrer en el tratamiento de la psoriasis. Entre los principales objetivos que persiguen los investigadores con respecto a esta patología de la piel destacan:
- Desarrollar tratamientos orales que puedan sustituir las terapias inyectables sin perder ni un ápice de eficacia.
- Encontrar nuevos tratamientos tópicos eficaces que aporten aún más seguridad.
- Dar con terapias que permitan modificar el curso de la enfermedad (y no solo paliar sus síntomas).
- Desarrollar terapias que eviten que el sistema inmunitario ataque a la piel de los pacientes con psoriasis.
El estrés y la psoriasis
Un aspecto importante, que requiere un comentario aparte, es el impacto que tiene el estrés en el desencadenamiento de la enfermedad y la aparición de brotes. Conocer mejor los mecanismos relacionados como el sistema nervioso y cómo desencadena o mantiene la enfermedad sería un gran avance para disponer de terapias específicas contra lo que los investigadores denominamos inflamación neurogénica.
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