20 de julio de 1810, la fecha que marcó un antes y un después en Bogotá

La conmemoración va más allá del relato alrededor del florero de Llorente. Aquí una exposición histórica sobre el impacto que tuvo ese día para la ciudad.

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"Hay quienes piensan que Llorente era odioso, otros creen que fue provocado por la élite criolla".

Es un reto imaginarse a Bogotá sin sus edificios, el bullicio de sus avenidas y verla más campestre, pues hace más de 200 años muchas de sus localidades eran poblaciones habitadas por indígenas y colonos. El que se considera el Día de la Independencia es parte de las fechas cruciales cuando se habla de historia. Pero, ¿cómo era Bogotá antes del 20 de julio de 1810?

Felipe Arias Escobar, historiador de Señal Memoria, cuenta que alrededor de lo que hoy conocemos como la Plaza de Bolívar (en la época de la Colonia se la llamaba Plaza Mayor) no solo se situaban las sedes de las autoridades de la época, sino las casas de los más pudientes. En los primeros pisos se instalaban las tiendas, como la del “chapetón” (así se les decía a los españoles recién llegados a América) José Gonzalo Llorente, así como la de los chicheros y artesanos.

Estas actividades económicas fueron importantes en el proceso independentista. En el caso de Llorente, por ejemplo, hay versiones que indican que fue víctima de las provocaciones de la élite criolla que, con el incidente, buscó generar esa chispa revolucionaria en el pueblo. Sin embargo, pocos conocen que situaciones similares se reprodujeron en otros espacios, como en las Nieves y San Victorino.

Sobre la historia de Llorente, Arias asegura que debemos quitarnos la idea de que hay una historia que nos han ocultado. “Desde hace siglos hay dos relatos: el del odioso tendero europeo y el del español que fue víctima de provocaciones. Creo que son complementarios y nos muestran la visión humana que tiene los inicios de la Independencia, es decir, que no está construida por superhéroes, sino por personas con virtudes y defectos que pudieron haber hecho las cosas de una forma o de la otra”.

En la Plaza Mayor (que más adelante fue renombrada Plaza de la Constitución y desde 1846 Plaza de Bolívar) se instalaban mercados los fines de semana, se realizaban procesiones religiosas, era un espacio de encuentro para las familias de la élite, pero sobre todo era un lugar que se apelaba al pueblo y a la muchedumbre, donde convergía el poder político (detentado por unos funcionarios españoles) y el poder económico (detentado por los criollos). De allí la influencia de este pequeño punto de la ciudad para la historia del país.

Otro dato interesante de la Colonia es que una de las principales plazas de mercado fue el Parque Santander, lo que por esos años se conocía como la Plaza de las Hierbas. Arias asegura que otro de los principales cambios vistos en Bogotá, como en otras antiguas ciudades coloniales, es que se comenzó a experimentar una gran vitalidad política, donde se plantearon formas de relación entre la sociedad y las nuevas instituciones.

“En los nueve años siguientes la ciudad se convirtió en un teatro de esas expresiones donde, a través de tumultos y de la violencia, se decanta el conflicto político de la Independencia, primero con los ataques federalistas en la guerra civil que le declaran a Nariño y luego con los oficiales realistas fusilados por Santander. Así como en espacios de celebración de los diferentes bandos, que se van a encontrar en contienda, donde los realistas celebran para recibir a Murillo, y los patriotas para recibir a Bolívar y Santander”.

De ahí en adelante se registraron otros cambios importantes, como el renombramiento de los espacios. “Hay una particularidad con todo ese ciclo de revoluciones, guerras y nuevas constituciones, y es que se convierten en mitos fundacionales de la República. Entonces nos encontramos con la necesidad de darles nuevos nombres a los lugares acudiendo a esos símbolos. Los nombres de los protagonistas, por ejemplo, se convierten en formas de denominar territorios. Hay un departamento que se llama Bolívar, otro Santander, Córdoba y Caldas. Lo mismo pasa con las fechas, por eso tenemos barrios en Bogotá como el 20 de Julio, 11 de Noviembre y 7 de Agosto. Todos son procesos de afirmar una identidad nacional”, concluye.

¿Y si la Independencia hubiera sido en nuestros días?

En la plataforma social Twitter hay una campaña un tanto curiosa para conmemorar esta fecha, el #SiLaIndependenciaFueraHoy. Con esta se busca retar a la gente para que el 20 de julio hable sobre preguntas como: ¿y si no hubiese sido un florero?, ¿si no hubiesen sido los hermanos Morales?, ¿y si Llorente hubiera reaccionado de forma positiva? Si hubiera sido hoy, ¿quiénes habrían acudido a ese tumulto? ¿Quién habría liderado ese proceso revolucionario?

“Ese ejercicio nunca se nos hubiera ocurrido como historiadores, y da la posibilidad de crear reflexiones a través de extrapolar esos sucesos del pasado con los del presente. Reimaginar cómo hubiera sido ese proceso si nosotros hubiéramos tenido la oportunidad de influir en esos sucesos”, comentó Arias, quien participará en la jornada digital por medio de un hilo con el que buscará estimular la conversación.

Con información de El Espectador

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